12 Jun Seven deadly sins
Seven Deadly Sins
2015
Las almas que han pecado pueden ser salvadas de sus vicios en el purgatorio, aquel estado transitorio entre la Tierra y el Cielo. Lugar por donde transcurre la segunda parte del viaje de Dante en busca de su enamorada Beatriz. Sendero transitorio que le permitirá llegar al Paraíso Terrenal.
Desde la puerta del Purgatorio, Dante es acompañado por Virgilio, su maestro, que le guiará por los Siete Círculos que constituyen el Purgatorio y que se corresponden con los Siete Pecados Capitales, en el siguiente orden: Soberbia, Envidia, Ira, Pereza, Avaricia, Gula y Lujuria. La presentación de las fotografías mantiene el mismo orden que Dante Alighieri, poeta italiano (Florencia 1265 – Rávena 1321), hace aparecer los círculos en el «Purgatorio», la segunda parte del poema La Divina Comedia; siguiendo la clasificación de Tomás de Aquino, uno de los filósofos-teólogos más importantes de la Edad Media.
A medida que Dante va ascendiendo por el Monte Purgatorio, la gravedad de los pecados es menor, orden inverso en cómo aparecen estos en la primera parte del poema: el Infierno. Así pues, el último que es la lujuria, es tan sólo amor mal dirigido. Cada terraza se corresponde a uno de los pecados capitales y expía la pena de una manera determinada. Cada círculo purga un pecado.
En los tres primeros círculos se purifican los pecados por el amor hacia el vicio. La soberbia se purga cargando piedras enormes en la espalda, impidiendo a los pecadores caminar derechos. De esta manera se enseña al penitente que el orgullo hace que el alma nos pese y que es mucho mejor liberarse del castigo. La envidia, que corresponde al segundo círculo o terraza, se purga con los ojos cosidos para no envidiar a los demás. La ira se purifica caminando a través del humo, cegando las almas de los penitentes, impidiéndoles razonar.
En el cuarto círculo se purgan los pecados causados por amor insuficiente. Así pues, la pereza se purifica corriendo sin parar.
En las tres últimas terrazas se purgan los pecados de los que estimaron de manera inapropiada. La avaricia se purga con los penitentes estirados en el suelo boca abajo y sin poder moverse. Y así el pecador aprende a canalizar sus ansias de poder. La garganta se purifica absteniéndose de comer y beber. Y, finalmente, la lujuria se purifica cruzando un gran muro en llamas, para apagar el deseo sexual desmedido. Una vez superado este muro, se llega a la cima de la montaña y desde allí se accede al Paraíso Terrenal. Virgilio se despide de Dante y Beatriz toma el papel de guía.
El proyecto presenta los Siete Pecados Capitales en forma de retratos atemporales y con la particular visión del autor. En los retratos se manifiestan ciertos simbolismos que se asocian con los siete pecados. Los modelos o personajes de las fotografías, previa entrevista con ellos, se han escogido por las percepciones que me llegaban de estos; ya sea por la fisonomía, la gesticulación o su talante.
Por otra parte, en 1589, Peter Binsfeld, teólogo alemán famoso por su clasificación de los demonios y la persecución de la brujería, asoció cada pecado con un demonio.
Así pues, según la catalogación de Binsfeld, la correspondencia de los pecados con sus demonios sería la siguiente y que dan título a cada una de las imágenes del proyecto:
Soberbia = Lucifer
Envidia = Leviathan
Ira = Amon
Pereza = Belphegor
Avaricia = Mammon
Garganta = Beelzebub
Lujuria = Asmodeus
Pepo Argilaguet
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