13 Jun She
She
2018
She explica la historia de un maniquí convertido en modelo una tarde fría de enero. Alejado del mundo comercial y consumista por el que había sido construido, lo hallé en un taller oscuro y sórdido. Desahuciado de su imaginario más real lo rescaté para un protagonismo inusual. Él, que estaba acostumbrado a las miradas disimuladas y capitalistas de los viandantes callejeros, ávidos por comprar las prendas que lo habían vestido y a las miradas poco o mucho disfrazadas que intentaban ver en él esa figura deseada o incluso desnudarlo. Referente de unos cánones de belleza y/o erotismo, salidos de fábrica con ciertos aires de soberbia, ese cuerpo de polietileno convertido en forma de mujer, vio, quizás, el sueño de transfigurarse en un objeto-persona para fines más artísticos, escapando de la jungla de los escaparates callejeros detrás de un cristal y expuesta sin piedad ante los transeúntes como si se tratase de un animal en un zoológico.
Quería alejarlo de la mirada crítica de Lee en su obra “Mannequin” y trasladarlo a un espacio más íntimo e introspectivo. She me dejó retratar su cuerpo con sus taras de fabricación, como para demostrar que la perfección no existe o que ésta reside en el alma… quizás. Le insinué de acercarla a su realidad más escondida, a su personalidad, desvinculada de su naturaleza orgullosa y mercantil para la cual había sido creada. La iluminación invita a recorrer su piel, los claroscuros descubren otro ser rodeado de información en negro que realzan su estética polimérica, revelando en ocasiones fragmentos casi abstractos que nos invitan a imaginar dejando huir su integridad. La simplicidad y exuberancia de su presencia se contrapone con un espacio negativo que es capaz de otorgarle de nuevo, el papel exhibicionista de su vida real por las pasarelas de diferentes negocios de moda. Su rígido y anestesiado cuerpo se iba volviendo cada vez más dúctil hasta convertirse en un ser aterciopelado a medida que las horas avanzaban. Su vanidad se iba desgastando, acariciando la luz envolvente que lo descubría. Aunque el mero hecho de saberse expuesto de nuevo a las miradas de los flâneurs le producía esa contradicción intrínseca en los seres humanos entre la humildad y la soberbia. She, sin ser humana, lo parecía. Hasta creo que, al final, me sonrió.
Pepo Argilaguet
Sorry, the comment form is closed at this time.